Manteniendo su originalidad, excelencia y locura hasta la última de sus obras, Joaquín Mir, recibió una medalla de honor por el conjunto de su producción en 1930, donde estaba incluida la obra a la que hacemos referencia. Esta refleja su estilo vigoroso y potente con colores ocres, esmeraldas y azulados, haciendo un juego de colores que se llegan a confundir con los del mar.
Bibliografía:
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